Borikén, boriquén, borinquen, boruquén o buruquena. Todo variantes de la misma expresión que, en la lengua de los hoy extintos indios taínos, significaba “Tierra del Altísimo” y se utilizaba hace varios siglos para designar a la isla de Puerto Rico.
Hoy, el palabro en lengua indígena se sigue usando para nombrar a un extraño crustáceo, muy consumido en Sudamérica, y también a una de las discotecas más flamantes y sabrosonas de la noche madrileña.
Estamos hablando de Borinquén Disco Club, espacio inicialmente enfocado al público latino de la capital que, al final, ha acabado poniéndose de moda entre todos los aficionados al baile frenético, la música sudorosa, las chicas exuberantes y todas esas cosas tan difíciles de encontrar en las discotecas convencionales. ¿Pasamos, pana?
Un club sin vergüenza
“¡Simplemente diferente!”, reza la publicidad del Borinquén. Con este alarido de guerra, el club pretende salir al paso de etiquetas y dar cabida a todos los noctámbulos con ganas de mambo, dentro, eso sí, de unos cánones puramente latinos. No en vano, la salsa, la rumba, el merengue, la bachata o el reaggetón son aquí el pan nuestro de cada noche.
Con este arsenal sónico, no es raro que el Borinquén cuelgue el cartel de “aforo completo” casi todos los fines de semana. ¿Sus otras bazas? Una céntrica ubicación, en el 38 de la calle Ferraz (donde la antigua Sala Randall, también consagrada a los ritmos tropicales) y una gran presencia femenina: ellas entran gratis hasta la 1 de la mañana.
Otro de los atractivos del local es su vistosa decoración, fruto de una cuidada reforma. Luces indirectas en paredes, techos y barra, distribución de cómodos sofás, sillas y mesas alrededor del escenario, un diseño elegante y una vocación exclusiva convierten al Borinquén en una versión sudamericana y hardcore del templo pijo Gabana 1800.
En vivo y en directo
En su corta existencia, el Borinquén ya ha tenido varios hitos. Por ejemplo, el multitudinario fiestón de Nochevieja o el sonado concierto del celebérrimo cantante neoyorquino de reggaeton Arcángel, que presentó aquí su disco ‘La maravilla’. Este concierto contribuyó a afianzar la popularidad de la discoteca en tiempo récord.
Pero, lejos de dormirse en los laureles, el club ya prepara nuevos eventos para las próximas semanas, como la actuación del reaggetonero puertoriqueño Ñengo Flow (20 de febrero) o del grupo colombiano Los Gigantes del Vallenato con Daniel Calderón (6 de febrero). El precio de entrada para los conciertos oscila entre 25 € (general) y 50 € (VIP).
Con estos poderes, la disco, que abrió sus puertas el pasado 9 de noviembre, ya se ha convertido en un club de culto para copeteo, bailoteo y ligoteo facilón. Así que, como diría Don Omar, “lúcete, modelo, coge vuelo, revulea tu pelo, aunque a tu gato le den celos. Eso, salvaje, rómpete el traje, no hagas aguaje, baila con lo que te traje”. O sea, perrea.