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Coalición Canalla: Borinquén Club, juerga latina en Madrid

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Míranos a la cara

Borikén, boriquén, borinquen, boruquén o buruquena. Todo variantes de la misma expresión que, en la lengua de los hoy extintos indios taínos, significaba “Tierra del Altísimo” y se utilizaba hace varios siglos para designar a la isla de Puerto Rico.

Hoy, el palabro en lengua indígena se sigue usando para nombrar a un extraño crustáceo, muy consumido en Sudamérica, y también a una de las discotecas más flamantes y sabrosonas de la noche madrileña.

Estamos hablando de Borinquén Disco Club, espacio inicialmente enfocado al público latino de la capital que, al final, ha acabado poniéndose de moda entre todos los aficionados al baile frenético, la música sudorosa, las chicas exuberantes y todas esas cosas tan difíciles de encontrar en las discotecas convencionales. ¿Pasamos, pana?

Un club sin vergüenza

“¡Simplemente diferente!”, reza la publicidad del Borinquén. Con este alarido de guerra, el club pretende salir al paso de etiquetas y dar cabida a todos los noctámbulos con ganas de mambo, dentro, eso sí, de unos cánones puramente latinos. No en vano, la salsa, la rumba, el merengue, la bachata o el reaggetón son aquí el pan nuestro de cada noche.

Con este arsenal sónico, no es raro que el Borinquén cuelgue el cartel de “aforo completo” casi todos los fines de semana. ¿Sus otras bazas? Una céntrica ubicación, en el 38 de la calle Ferraz (donde la antigua Sala Randall, también consagrada a los ritmos tropicales) y una gran presencia femenina: ellas entran gratis hasta la 1 de la mañana.

Otro de los atractivos del local es su vistosa decoración, fruto de una cuidada reforma. Luces indirectas en paredes, techos y barra, distribución de cómodos sofás, sillas y mesas alrededor del escenario, un diseño elegante y una vocación exclusiva convierten al Borinquén en una versión sudamericana y hardcore del templo pijo Gabana 1800.

 

En vivo y en directo

En su corta existencia, el Borinquén ya ha tenido varios hitos. Por ejemplo, el multitudinario fiestón de Nochevieja o el sonado concierto del celebérrimo cantante neoyorquino de reggaeton Arcángel, que presentó aquí su disco ‘La maravilla’. Este concierto contribuyó a afianzar la popularidad de la discoteca en tiempo récord.

Pero, lejos de dormirse en los laureles, el club ya prepara nuevos eventos para las próximas semanas, como la actuación del reaggetonero puertoriqueño Ñengo Flow (20 de febrero) o del grupo colombiano Los Gigantes del Vallenato con Daniel Calderón (6 de febrero). El precio de entrada para los conciertos oscila entre 25 € (general) y 50 € (VIP).

Con estos poderes, la disco, que abrió sus puertas el pasado 9 de noviembre, ya se ha convertido en un club de culto para copeteo, bailoteo y ligoteo facilón. Así que, como diría Don Omar, “lúcete, modelo, coge vuelo, revulea tu pelo, aunque a tu gato le den celos. Eso, salvaje, rómpete el traje, no hagas aguaje, baila con lo que te traje”. O sea, perrea.

Bombas latinas Cartel del concierto de Ñengo Flow Chulo latino dominando la pista de Borinquen El apoteósico concierto de Arcángel El DJ quemando la pista La señorial decoración del club Las reinas del photocall Míranos a la cara Parejita mixta

‘Aída’ al desnudo: el circo de Miren y Canco

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Miren y Canco

La donostiarra Miren Ibarguren y el malacitano Juan José ‘Canco’ Rodríguez tienen algo en común, más allá de que son buenos amigos y llevan cinco años trabajando juntos en ‘Aída’, la serie más longeva de la historia de la televisión española: los dos debutaron en el mundo del espectáculo ocio poniéndose una nariz de payaso, uno como clown callejero, la otra, en bodas bautizos y comuniones.

En el número de febrero de ‘Primera Línea’, ya a la venta, Torito se ha llevado al circo (que no al huerto) a Soraya y El Barajas para, entre elefantes, tigres y serpientes pitón de metro y medio, sacarles el animal que llevan dentro. La sesión de fotos se realizó en el Gran Circo Holiday de Madrid, pocos después de que Miren y Canco presentaran las campanadas de fin de año de Telecinco.

Además de posar ligeros de ropa y ponerse de nuevo la nariz roja, los actores compartieron con Torito que en ‘Aída’ se respira un ambiente “muy sexual”, que los rumores sobre lo bien dotado que está David Castillo (el Jónathan al que hemos visto crecer en la serie) tienen fundamento o que la gente aún tiende a confundirles con sus personajes, lo que da pie a anécdotas entre lo delirante y lo grotesco.

Más allá de los tópicos

Así, una Miren que no habla en diminutivos ni tiene un pelo de tonta habla sin tapujos de cintas porno caseras, de tomar la iniciativa en el juego de la seducción y de no ponerse barreras en temas sexuales (“he hecho siempre lo que me apetecía, solo se vive una vez“). Y un Canco convencido de que no hace falta drogarse para bordar un papel de yonqui nos cuenta que se desnudaría encantado para una película de Pedro Almodóvar (aunque no para un papel de figurante sin frase pero con el culo al aire), que se siente “un jaguar” en la cama y que un inoportuno aspersor que empezó a funcionar cuando nadie lo esperaba le arruinó el que estaba siendo uno de sus mejores polvos al aire libre.

Entrevista y sesión de fotos completa en el número de febrero de ‘Primera Línea’, ya a la venta.

Mad Men Lab: ¡Fuera el sujetador!

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Hay que ver como se perpetúan las chorradas. ¿Aún sigue vigente ese que dice que los hombres no saben desabrochar sujetadores? Parece que sí. Lo trae a la actualidad un invento revolucionario: el sujetador sensible al amor. La cosa funciona así: gracias a un detector de frecuencia cardíaca, el sostén puede determinar si la mujer siente amor por el que tiene delante. Si es así, el sostén se abre de par en par sin necesidad de manipularlo.

No pondré en duda el currazo que les ha debido llevar a sus creadores el cacharro, aunque sí puedo opinar sobre sus debilidades. Para empezar, me pregunto: ¿son tan diferentes los latidos del deseo y del amor? ¿Cómo los distingue el artilugio? Sobre todo porque parece pensado para que las chicas no den pasos en falso y se lancen a los brazos de hombres por los que de verdad sienten algo.

El sostén inteligente

Dicen los inventores que el sujetador del amor diferencia entre deseo y amor porque, además de las pulsaciones, también detecta la secreción de catecolamina, una sustancia que solo se segrega si hay verdadero amor. Atención pregunta: ¿qué es el verdadero amor? Y sobre todo, ¿cómo se distingue del que no lo es? Madre mía, con la facilidad que tenemos los seres humanos para engañarnos, ¿cómo puede un sencillo broche analizarnos tan bien?

Lo que es yo, no pienso comprármelo. Sobre todo porque huele a campaña de promoción y a moralina barata. ¿A quién le incumbe si una mujer se acuesta enamorada o no con un hombre? ¿Y qué pasa si no detecta el amor verdadero? ¿Emitirá el sostén un gas tóxico que ahuyente a los buscones o activará un mecanismo por el que se bloqueen también las bragas? A mí me parece demasiado trabajo dedicado a una prenda que, si no se abre, puede subirse, bajarse e incluso romperse.

Queridos, no aceptéis este tipo de pruebas. Sobre todo porque no nos van a dejar ni un resquicio para las dudas ni el misterio. Y vosotras, hermanas, pasad de ese “sujeta”: que suena muy gracioso pero, entre esta y otras cosas, van a acabar convirtiéndonos a todas en fieles seguidoras del Tea Party.

 

Coalición Canalla: Nasti & No, Berlín es el nuevo Madrid

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La it-girl Natalia Ferviu en el NO

El pasado 27 de julio, el Nasti, la legendaria sala indie del barrio de Malasaña (Madrid) cerró sus puertas, tras 13 años de intensa actividad.

¿Los motivos? Por un lado, la implacable crisis global y, por otro, la agresiva gestión del Ayuntamiento madrileño, que implicó fuertes subidas de IVA, controles policiales por sorpresa, disminución del aforo o recorte de la hora de cierre.

Pero Carla, Chema y demás responsables del viejo local no se rinden. Y además de fundar un nuevo club en Madrid, llamado NO y ubicado cada viernes en la sala Clamores, han trasladado el Nasti a Berlín, una ciudad mucho más afín a sus gamberros y hedonistas planteamientos noctámbulos.

Aprovechemos el don de la ubicuidad que siempre ha tenido Coalición Canalla y pongamos un pie en cada uno de los clubes.

NO Madrid

Como una negación nihilista de la realidad madrileña o una radical refutación de la No Wave neoyorquina (aquella agresiva respuesta a la comercialización de la New Wave que les sirve de lejana inspiración), el club NO nació a principios de enero de 2014. De entrada, fue un consuelo para los indies huérfanos que dejó el llorado Nasti tras su cierre.

Porque sus fundamentos siguen siendo los mismos, sólo que ahora, en lugar de aquella cueva sucia, punki, oscura y acogedora, tienen la apañada sala Clamores (calle de Alburquerque, 14), que en otras horas y otros días ejerce como club de jazz. Da igual, el crapulismo se lleva en la sangre y, por eso, gran parte de su viejo público les ha seguido.

Entre los pinchadiscos, la flor y nata del underground indie nacional: fenómenos como Elou Leolento, Pedro Papel, Yayo V. Codesido, Arturo Expósito o César Lores, mezclan soniquetes del pasado, del presente y del futuro para hacer bailar a propios y extraños. Ah, la entrada es gratuita hasta las 2 de la madrugada. Si llegas más tarde, pagas 10 €.

Nasti Berlín

Viernes 31 de enero a las 23. Son la fecha y la hora oficiales de la inauguración de Nasti Berlin, que ha encontrado un emplazamiento ideal en el cruce de las calles Stralauer Allee y Warschauer Platz, junto al río Spree. A caballo entre Froiedrichshain y Kreuzberg, la zona recuerda al barrio de Malasaña antes de que fuera víctima de la gentrificación.

El espíritu de la sala será muy similar al de su antepasada madrileña, pero con una programación más electrónica, acorde con los gustos de la parroquia berlinesa. La primera noche, habrá un directo de Aster (dúo que mezcla techno, electro o acid house) y pinchadas del neoyorquino Lee Douglas y los españoles Hugo Capablanca y Joan Bernat.

Nasti y NO. Madrid y Berlín. Dos clubes para dos ciudades. Dos buenas muestras de que, sea cual sea la situación geográfica, el país, la época y las dificultades, es posible resistir, reinventarse, renacer de las cenizas y empezar de cero. O casi. ¿Que no?

Pincha que te pincha Nacho Vigalondo y Joe Crepúsculo en NO Club La cabina del dj La it-girl Natalia Ferviu en el NO Gente nasti Flyer de la próxima fiesta de club NO El Nasti petado Cartel de la inauguración de Nasti Berlín A tope en el NO

Coalición Canalla: La Maison, clubbing en Roma

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El vértigo del escote

En pleno centro histórico de Roma, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se encuentra Parione, el sexto de los 22 distritos en que se divide la ciudad.

Se trata de un pequeño y señorial barrio, que alberga la Navona, una de las plazas más famosas de la ciudad, así como numerosos edificios y esculturas de inmenso valor artístico.

Muy cerca, está Vicolo dei Granari, una pequeña callejuela bien conocida por los crápulas más exquisitos de la ciudad y del mondo entero. Porque aquí, en el número 3, se alza el club La Maison.

Desde su apertura en el año 2001, La Maison se ha convertido en el-lugar-donde-hay-que-estar para los pijos y famosos que pululan por Roma. Veamos el por qué.

 

Espejos, cristales y terciopelo púrpura

La puerta de La Maison es, por supuesto, complicada: difícil franquearla un viernes o un sábado si no estás en lista. Pero merece la pena el esfuerzo. Además, pocas discotecas del mundo se encuentran en un entorno tan espectacular, con el Castel Sant Angelo por un lado y la cúpula del Vaticano por el otro. En verano, su terraza provoca stendhalazos.

El pequeño y oscuro hall de entrada da paso a una escalera que nos lleva a la sala principal del club, con una pista de baile inmensa con paredes rojas, llena de gente guapa bailando bajo bolas de espejos y arañas de cristal. Y para los que quieran charlar o descansar, existe una segunda sala, con sofás de terciopelo púrpura y una barra auxiliar.

En cuanto a las copas, conviene tener en cuenta que en Roma no es recomendable pedir combinados, ya que son flojos en cantidad y calidad. Es mejor optar por un cóctel. En La Maison, están de muerte las margaritas y las caipirinhas, aunque el precio puede quitar la sed a los bolsillos menos boyantes: 15 euros. Y que conste que no es demasiado caro… para tratarse de Roma.

 

Entre VIPs anda el juego

Dirigido por Tony Millepanini, el visionario promotor que montó clubes tan legendarios como Le Terraze, Casina Valadier, Le Bain o Conny’s, La Maison tiene un toque de clase y distinción que atrae a una clientela de modelos, pijos, deportistas, jetsetters y también superestrellas como Brad Pitt, Naomi Campbell, Lenny Kravitz o Leonardo Di Caprio.

La música que más suena en la Maison es negra y urbanita: hip hop, R&B y pop mainstream mandan en la pista, mientras que el ambient electrónico acaricia el lounge y la zona VIP. Los dj’s residentes, Valerio Marzano, Max Rezzonico y Pietro Garbasso, se ocupan de los platos, aunque también hay sitio para pinchadiscos y grupos invitados.

La juerga se extiende hasta las 6 de la mañana que, tratándose de Roma (una ciudad donde casi todo cierra a las 2) es una hora completamente intempestiva. Llegados a ese punto, daremos por concluida nuestra jornada de investigación canalla y nos iremos con la música a otra parte. ¡Arrivederci, Roma!

Copa y pareja A beber, que son dos días Coreando el hit del momento Desparrame en La Maison El ritmo de la noche El vértigo del escote Gatitas en la barra Grupo salvaje Levantamiento de mujeres, el deporte oficial Ligoteo pansexual en la pista Pasándolo como enanas Puro hip hop en la cabina Sesión lounge ¿Te gusta mi amiga?

Coalición Canalla: La Posada de las Ánimas

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Cinco bellezas como cinco soles

“Turistas, soldados, jugadores, degenerados, vagos, maleantes (…). La gente vagabundea, sin relacionarse con nadie, sin rumbo fijo, y la mayoría tiene un aspecto hosco y hostil. Es un sitio donde uno puede pasárselo bien de verdad”. Así describía William S. Burroughs a la Nueva Orleans de los años 50. Una descripción que también valdría para el Madrid del siglo XXI.

Una ciudad apocalíptica llena de antros de perversión donde los mutantes podemos refugiarnos del caos exterior y la lluvia ácida. Uno de ellos es La Posada de las Ánimas.

En su interior, uno siente la inquietante y reconfortante sensación de volver al hogar materno. Sobre todo, porque el 70% de sus parroquianos son famosos de la tele. O sea, como de la familia. Pasa, pasa, no tengas miedo…

365 días al año, a partir de las 23:00. Te aseguramos una noche única y diferente cada vez que vengas a visitarnos”, reza la propaganda de La Posada de las Ánimas. Y algo de eso hay. Sobre todo porque en la tercera planta del local hay una zona reservada, que suelen alquilar los VIP para celebrar eventos y fiestas privadas. Cuando hay final de ‘Gran Hermano’ o comienzo de ‘MYHYV’ (por poner un par de ejemplos de lo más mediáticos), la Posada se convierte en una bacanal.

 

Las noches célebres

Esta exclusiva planta, decorada por Tomás Alía, es como un cielo rojo aislado del resto del club por gruesos cortinones. Allí, donde es imposible entrar sin pulsera, alternan famosos y periodistas procedentes de las cloacas catódicas o de la prensa del corazón. Mira, detrás de ti están Pipi Estrada y Kiko, el exfutbolista, y más allá Beatriz Trapote, Aída Nízar, Sara Carbonero y Cayetano Rivera. ¿Nos hacemos unas fotos con ellos?

Tras esta indigestión de celebrities, bajamos a la segunda planta, más tranquila, donde hay reservados y hasta camas para tumbarse a la bartola. ¡Si incluso tienen taquillas de cristal para que cada cliente guarde su botellita a cal y canto! Desde aquí, apoyados en un balcón, dominamos la planta baja, abarrotada por decenas de aspirantes a estrellas de la tele. Chicas de botox y chicos de gimnasio, que miran y se dejan mirar y, a veces, tocar.

 

El precio de la fama

Pero La Posada de las Ánimas no sería lo que es sin su disparatada decoración. Un pastiche donde lo barroco se funde con lo postmoderno, en una maraña de objetos rococó iluminados por lámparas de araña que, en sintonía con la música (mayormente, mainstream pop y chunda chunda) nos transporta a “un mundo feliz”, de carne y cartón piedra, digno de una distopía de Charlie Brooker.

Pero si no te tomas muy a pecho tu carrera a la fama, lo pasarás bien aquí, tragando combinados premium en copa de balón y contemplando a las espectaculares y narcotizadas muchachas que, con sus mejores y más sexys galas, intentan cazar al famoso de turno que ha decidido descender a los infiernos para darse un chapuzón de multitudes.

Esta es la mayor baza de La Posada de las Ánimas: que cualquier día te puede sonar la flauta y, en la barra, en la pista o en los aseos, ser fichado por un cazatalentos de Tele 5. O también puedes acabar en la cama con, no sé, Yola Berrocal (si eres chico) o Pocholo Martínez-Bordiú (si eres chica). Y, en el peor de los casos, te irás a casa con la sensación de haber sido tú también, durante un rato, un poquito famoso.

Tatiana Delgado  marcando posaderas Yola Berrocal, muy bien acompañada Torito y Consuelo Berlanga Sara Carbonero con un amigo Radical mezcla de estilos en el interiorismo del primer piso Pocholo medio ciego Observen, al fondo, las taquillas de cristal con botellas reservadas La entrada de la Posada La barroca decoración de la Posada

Échate un Casquet: La venganza de Chiqui Martí

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Chiqui Martí

Conocer a alguien con una trayectoria tan mediática como la de Chiqui Martí impone respeto. Mucho. Y la presión aumenta si le añadimos el reto que tenía preparado para la intensa entrevista que estaba a punto de hacer con ella.

Llegamos por la tarde a su estudio de striptease Strip Art, en pleno centro de Barcelona. Yo iba rodeada de todo el equipo de producción para grabar el programa que se emitiría esa misma semana.

Nada más llegar el personal del estudio se aprovechó de nuestros cámaras para cambiar las bombillas fundidas de la entrada mientras esperábamos a la guapísima protagonista, que no tardó mucho en hacer su aparición. Y menuda aparición

 

Toda una diva

Pelo rosa fucsia, una musculatura que impone respeto, tatuajes y una sonrisa imborrable. Así es Chiqui, una mujer simpática, extrovertida y con carácter. Nerviosa, la acompañé un momento al vestuario y le comenté cómo se desarrollaría la entrevista. Chiqui iba cambiando de cara a medida que yo le contaba la idea, pero al final acabó aceptando someterse a nuestros caprichos… a medias.

Estuvimos preparando todo el lugar de rodaje: las cámaras, los micros, la luz… Incluso jugué con las barras americanas y probé mi torpeza, una vez más. No os imagináis lo difícil que me resulta trepar por ese tubo resbaladizo. Creo que debí elevarme unos 20 centímetros sobre el suelo. Todo un récord ¿verdad?

En cuanto salió Chiqui del vestuario, le pusimos el micrófono y empezamos la entrevista. Hablamos sobre su trayectoria, su pasión por el poledance, el accidente que sufrió hace unos diez años y que marcó un antes y un después en su vida, sus momentos más felices y aquellos que es mejor no recordar.

Mientras hablábamos, yo contemplaba impresionada los músculos de Chiqui y su perfecto estado físico. Y por un instante pensé que debería probar eso del strip-art para ver si mi cuerpo se definía de tal forma. Pero recordé que, minutos antes, había comprobado mi ineptitud con ese tipo de barras y me olvidé de la idea al instante.

 

Una mujer con recursos

Había llegado el momento del reto y yo estaba casi temblando. Saqué una barra de pan, una sartén y una botella de agua y le propuse a Chiqui de hacer el striptease más difícil de la historia: debía utilizar esos tres objetos para realizar tres coreografías.

-Pues mira, con esta sartén, te daría una hostia que te estamparía contra la pared –, eso fue lo primero que me dijo.

Me reí, por supuesto. Pero también pensé que si aquello iba a serio, si una mujer con semejante fuerza me arreaba un sartenazo, yo no viviría para contarlo. Sin embargo, al cabo de pocos segundos, Chiqui había renunciado a cualquier pretensión de agredirme y empezaba a realizar diferentes pasos con la afortunada sartén. De repente, me sorprendí maravillándome ante la capacidad de aquella mujer por convertir en sensual todo lo que toca. Incluso una sartén.

Seguimos con la barra de pan. Después de que nos comiésemos un trocito (aquí abajo tenéis la prueba), Chiqui la utilizó como bastón en el cabaret más improvisado del momento.

Incluso una barra de pan puede resultar sensual

Por último, llegamos al agua. Ni corta ni perezosa, Chiqui se empezó a echar el agua por encima para mojarme a mí a continuación y convertir aquello en una improvisada fiesta de camisetas mojadas. Dicen que la venganza se sirve fría… Y lo cierto es que aquella ducha de agua helada me había dejado los pezones en posición de firmes, como para rayar cristal. Y así Chiqui y yo, mojadas hasta los tobillos, despedimos el programa entre carcajadas y escalofríos.

Aunque la venganza no quedó ahí. Más tarde Chiqui me dio unos tacones dos tallas más grandes que mi pie de gnomo y me hizo bailar una coreografía de cabaret con toda su clase. Me sentía totalmente perdida entre sillas, bastones, chicas insinuantes y una música alta que marcaba el rápido compás.

Esa tarde aprendí cuál es el verdadero sentido del refrán “al que al cielo escupe, en la cara le cae.”

Coalición Canalla: Trashin Club, la discoteca de las pin-ups

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Entre los millones de páginas web eróticas que flotan en el ciberespacio como botellas en el agua, hay pocas que hayan alcanzado la categoría “de culto”. www.suicidegirls.com es una de ellas. Desde 2001, desnuda y retrata a chicas de estética “alternativa” y, hoy por hoy, es una verdadera leyenda para los amantes de la belleza gótica, emo o indie-punk.

Todo esto viene a cuento porque hay un club en Barcelona lleno de este tipo de chicas, tatuadas, agujereadas, jóvenes y sexys. Se llama Trashin’, hace un mes albergó la fiesta oficial de Suicide Girls España 2014 (encontraréis una crónica del evento en nuestro ejemplar de marzo, ya a la venta en kioscos) y ahora montan otra dedicada a las pin-ups. Al saber todo esto, no pudimos resistirlo y nos dejamos caer por allí. Esto fue lo que encontramos.

 

Rockea o muere

Trashin’ nació el 23 de noviembre de 2013, en el New York Club (ahora The Apartment), en el número 5 de la calle Escudellers. Su objetivo era, ante todo, ofrecer música punk, rock y metal a un público joven formado por modernos, rockerillos, raperos y hasta skaters con ganas de escuchar música de guitarras y aparearse con chicas de su mismo rollo.

El nombre Trashin’ viene de la película homónima de skate, estrenada en 1986 y protagonizada por un jovencísimo Josh Brolin. El filme sirvió de inspiración a la hora de abrirel club. Pero fue sólo un punto de partida retro, ya que la propuesta es totalmente moderna y enlaza con el revival ecléctico iniciado por Zombies, Nastys y demás familia.

También es retro The Apartment, el local que alberga el club, cuya decoración está basada en el estilo de los apartamentos neoyorquinos de los años 70, donde destacan los sillones de cuero, las paredes de ladrillo cocido y la luz tenue para las zonas más ocultas, aunque, en el calor de la noche, la pista se llena de luces multicolores.

Chicas, chicas y más chicas

El secreto del éxito de Trashin’, que empezó como club temporal y se ha ganado una residencia semanal, es que se abarrota de chicas sexys con estética neo-punky, post-rockera o suicide girl, llenas de tatuajes y piercings y vestidas con diminutos tops, chupas de cuero, t-shirts, medias de rejilla o shorts que dejan medio culo al aire.

Eso, sin contar con los shows eróticos que hay todos los sábados y las gogós que, amén de repartir “tiros” de licor con jeringuillas y pistolas de agua, se embarcan en explosivosespectáculos fetichistas, llenos de cuerdas, azotes y lencería rockera. Por si fuera poco, las showgirls interactúan con el público; en el Trashin’ se puede mirar… y también tocar.

Y luego, claro, está la música: una ruidosa ensalada de rock, punk y metal, cocinada por los DJs residentes y creadores del club, Hans y Guimont. ¿Su próxima parranda? La Pin-up party del sábado 22, donde, entre otras cosas, se sorteará una guitarra eléctrica decorada con motivos de Sailor Jerry, el tatuador más importante de todos los tiempos.

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Échate un Casquet: Mi primer rodaje porno

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De rodaje

¿Cómo se hace una película porno? Es algo que os preguntaréis muchos. A mí también me creaba cierta curiosidad, sobre todo aspectos como qué se hace para vencer el pudor y ponerse a follar delante de tanta gente.

Porque hacer una porno no consiste simplemente en coger la cámara, distribuir a los actores y actrices y empezar a grabar. Requiere mucho trabajo tanto antes como después de rodar la escena. O esa fue al menos la impresión que me llevé yo cuando, el año pasado, pude colarme por fin como periodista en mi primer rodaje.

Os lo cuento desde el principio. Había quedado con mi queridísimo Max Cortés para hacerle una entrevista primero y verle trabajar después. Juntos fuimos a una preciosa casa en Sitges donde se encontraban el equipo de producción y la actriz porno Candy Alexa, que acababa de llegar a Barcelona.

 

De todo un poco

Las anécdotas empezaron a sucederse a partir de la primera hora de la mañana: como aperitivo, el equipo se habían dejado las llaves dentro de la casa. La suerte es que Candy Alexa ya estaba dentro. Y la desgracia, que la actriz dormía a pierna suelta y no había forma humana de despertarla, por mucho que aporreasen la puerta y tocasen el timbre. Estuvimos un rato fuera, disfrutando del solecito matinal del mes de febrero, hablando y conociéndonos un poco mejor, hasta que Candy se sacudió las legañas y nos abrió la puerta.

Los siguientes minutos los dediqué a entrevistar a Max tranquilamente en la terraza mientras la preciosa Keren Delgado maquillaba y peinaba a la actriz. La sorpresa vino después, cuando me dijeron que querían que yo también saliese en la película. “Yo no soy actriz“, objeté débilmente. “No te preocupes, solo te queremos como extra”, me aclararon.

 

Mi debut

¿Qué significa hacer de extra en una peli porno? Pues muy sencillo: ponerte al lado de los actores y ver cómo follan. En primera fila. A escasos centímetros de ellos. Parece sencillo, pero debes estar pendiente de detalles como respetar la mínima distancia de seguridad, no sea que la cosa se salga de madre y acabes pringada de fluidos.

La propuesta me gustó. Así podría estar en pleno fregado sin estorbar a nadie y sin perder detalle, saciando de paso mi curiosidad periodística. Así que cogimos el coche y nos fuimos a grabar en mitad de un párking al aire libre, teniendo mucho cuidado de que nadie nos pillara, porque aquello era cine de guerrilla, y como tal, semi-clandestino. Adrenalina total.

Max salió del todoterreno con el miembro al aire y masturbándose, algo que me impactó mucho. “Qué capacidad de empalme”, pensé. Y Candy Alexa, tranquilamente, se puso delante de cámara y empezó a desnudarse y a posar para la sesión de fotos con que se abría el rodaje. A medida que se iba quitando prendas, los extras teníamos que estar a su lado, para contribuir a calentarla. Una vez hechas las fotografías empezaron a rodarla. Y en este caso, ¡se grababa del tirón! La cosa tiene su complejidad, ya que si hay cualquier error, queda grabado y no se puede editar.

 

Una escena impactante

Max y Candy se acercaron el uno al otro y empezaron a tontear. Luego se fueron detrás del coche y empezaron la sesión de sexo con una mamada. Yo estaba ahí, justo al lado del feliz receptor de la felación, en una escena que para él debía ser simple rutina pero a mí me estaba pareciendo algo del todo surrealista.

Nuestro papel como extras consistía en jalearles mientras, con el rabillo del ojo, controlábamos que no se acercase ningún vecino… o la policía. Después de presenciar en directo varias gargantas profundas, nos fuimos todos a la casa en ruinas que había justamente al lado. Y así, sin más, follaron como salvajes. Pero no penséis que lo hacen a su libre albedrío, según les pide el cuerpo. El cámara les iba haciendo señales para que cambiaran de postura. Si no estás cómodo, te jodes.

Tras varios polvos en diferentes zonas de la casa era el momento de la corrida final. Y si Max no se corría a tiempo, se echaba a perder toda la producción, así que la presión era máxima. Candy se agachó y abrió la boca. Max flexionó las rodillas y empezó a masturbarse. Mi corazón latía a mil por hora. Qué tensión. ¿Y si no se corre? Nada que temer: en cuestión de segundos, brotó el chorro, y el fluido viscoso fue a parar al ojo de la pobre actriz, que lo encajó con naturalidad. El rodaje había acabado.

Cada uno se limpió sus herramientas de trabajo y nos fuimos al coche, como si nada hubiera pasado.

Al cabo de unas semanas, me vi en una portada de una película porno recién editada y fui corriendo a decírselo mi madre:

¡Mamá, mamá! ¡Salgo en una película porno!

 

Candy Alexa en acción Candy Alexa rodando par Max Cortés De rodaje con Candy Alexa

Mad Men Lab: La mujer y el oso

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Hoy toca advertencia. Os lo digo en serio, no hagáis ni puñetero caso de los resultados que dan algunos estudios clínicos, por muy universitarios que sean. El último que ha llegado a mis manos, hecho por la revista científica ‘Journal of Personality and Social Psychology‘, asegura que los matrimonios en los que el hombre es feo y la chica guapa son más felices. No me importa que haya seguido todos los protocolos, ni que hayan contado con 450 parejas para llegar a estas conclusiones.

Ah, no, no se os ocurra llamarme superficial, ni decirme que desprecio a los no-guapos, ni siquiera vayáis a tirar por el pedregoso camino de alegar que me mueve la envidia por no ser miss ni en mi pueblo. Lo que me mueve y revuelve de esta noticia es que parece pensada para seguir perpetuando creencias tan absurdas como la de ese dicho que asegura que el hombre es como el oso: cuando más feo, más hermoso. Y que nosotras, pobres doncellas, debemos ser remonísimas para atraer a un úrsido a nuestro hogar si lo que queremos es ser felices.

Porque, claro, ¿quién iba a querer a un tiparrón hermoso, bien formado, listo y guapo?  ¿Cómo puede ninguna mujer de bien ser feliz con semejante fenotipo?

Nosotras los preferimos buenorros 

Según este estudio, la belleza de las esposas es más significativa para los maridos que para ellas la fealdad de su compañeros. “Eso indica que el atractivo físico tiene un papel más importante en la predicción de la satisfacción en el matrimonio para el esposo que para la esposa”, dice el artículo en cuestión, que además añade que “las mujeres guapas confesaron que se sienten más felices cuando ven a sus esposos satisfechos y felices”. ¿Lo veis? Está claro, ¿no? Las pobres doncellas están contentas cuando ven a sus maridos satisfechos y, claro, esa satisfacción pasa por vernos guapas, hermosas, bien vestidas y educadas. ¡Menudo sopapo le daba yo a los del estudio!

Yo soy partidaria de que cada quien se acueste con quien más le guste: sea el motivo su belleza, su inteligencia, su estupidez o su cartera. Que cada una y uno se vaya al altar con quien más le plazca, pero que dejen de comernos la cabeza con estereotipos ridículos en los que las mujeres somos complacientes y monas y no damos problemas a nuestros satisfechos maridos. ¡Anda que no hay masocas por ahí a los que les gustan las guerreras! A las tías nos ha costado muchos años quitarnos la pesada carga de no hablar sobre la belleza de los hombres, nos ha costado comentarla en voz alta y buscarla como se busca el Santo Grial, para que sigan los psicólogos haciendo estudios que ratifican lo que a nuestros abuelos les hubiera gustado que siguiéramos siendo. Pues no, queridos científicos, eso se acabó: buscamos la belleza igual que cualquier ser humano, y ni nos sentimos culpables por ello, ni pedimos perdón.

Coalición Canalla: Darling Cabaret, sexo en Praga

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Darling Cabaret, Praga

Cualquiera que viaje un poco, aunque sea con la imaginación, sabrá que Praga es ahora mismo una de las grandes mecas mundiales del sexo.

La “culpa” de semejante estado de cosas la tienen la liberalidad de sus leyes y la gran cantidad de bellezas explosivas por metro cuadrado que pueblan sus calles, algo de lo que da cumplido testimonio esta página web.

Como consecuencia de todo ello, la capital de la República Checa es una auténtica cantera de porno stars (aquí nacieron leyendas como Silvia Saint, Klarisa Leone o Angelica Kitten) y un hervidero de de agecias de “escorts” y cabarets.

Los cabarets son una buena alternativa a los más fríos “privats” (apartamentos privados), puesto que puedes escuchar música, ver buenos espectáculos y tantear un poco a las chicas antes de pasar a la acción. Así que vamos a tomarnos una copa y lo que caiga en uno de los más antiguos y prestigiosos de la ciudad: el Darling.

 

Entretenimiento para adultos

Muy cerca de la famosa plaza Wenceslao, donde en noviembre de 1989 una manifestación contra la brutalidad policial inició la Revolución del Terciopelo, está el Darling Cabaret. No tiene pérdida: es un edificio blanco de cuatro plantas, siempre rodeado de limusinas que llevan y traen clientes (se trata de un servicio gratuito).

El laberíntico y amplio local se divide en seis espacios y tres bares, de decoración casi lynchiana (paredes de terciopelo rojo, luz tenue) con toques del siglo XIX (marcos dorados, candelabros). Una legión de chicas pulula por todo el club, seduciendo clientes sin discreción. Hay checas, rusas, rumanas, eslovacas, moldavas y hasta filipinas.

En los palcos y escenarios, se suceden distintos shows eróticos perpetrados por más de 150 bailarinas, que van desde el lap dance hasta el can can, pasando por coreografías cabareteras, stripteases, lésbicos, espectáculos de fuegos tailandeses, latex show o baile sobre las mesas. Aunque sólo vayas de mirón, lo pasarás como un demonio.

 

Sexo a la carta

Pero el cliente medio del Darling no viene solo a mirar. Por eso, en la propia carta del local, al lado de los precios de las bebidas, están las tarifas de los distintos encuentros sexuales, que oscilan entre un revolcón de 20 minutos y una cabalgata de una noche con varias señoritas. Los precios, van desde los 2733 CZK (unos 100 €) hasta el infinito y más allá.

Pero ojo, que en el Darling no todos los gatos son pardos… ni todas las chicas practican sexo con los clientes. Algunas son sólo bailarinas o camareras y no acceden a subir al último piso para encuentros privados. En cualquier caso, la mayoría están en el ajo, así que sólo hay que probar suerte, negociar y tirarse a la piscina (o, en este caso, a la cama).

En cuanto a la música, es bastante ecléctica, pero priman el techno suave, el house, el hip hop o el electro pop. Y se bebe de todo, pero sobre todo corren ríos de champán. La clientela es variopinta, y hay hasta parejas, que suelen ir a ver los espectáculos y/o a la busca de una chica para montarse un trío. Sin duda, han venido al lupanar adecuado.

 

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Échate un Casquet: Cómo ver porno sin que te pillen

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Porno-a-escondidas

¿Cuántas veces has sudado la gota gorda al comprobar que tu pareja, un amigo o alguien de tu familia está utilizando el ordenador  que normalmente te sirve para ver porno?

Cuando eso ocurre, llámalo ley de Murphy o misterio arcano del Universo, no suelen tardar ni una fracción de segundo en fijarse en tu historial o descubrir (¿por casualidad?) el lugar en que guardas todo aquello que te sirve de ‘inspiración’ para masturbarte.

Es un marrón, lo digo por experiencia.

A mí empezó a pasarme cuando tenía 15 años y acababa de descubrir el feliz, feliz mundo del porno. Por entonces, me masturbaba a diario con escenas lésbicas perdidas en los rincones más recónditos de la red. Y así, hasta una tarde en la que a mi madre le dio por usar mi ordenador. Medio minuto después ya me estaba preguntando que qué eran todas aquellas páginas, y yo sabía perfectamente que se refería al largo listado de páginas guarras con mujeres enrollándose. “¡Mierda!”, me dije, “a ver cómo salgo de esta”.

-Verás, mamá, es que he hecho un experimento. Me estaba depilando, y quería comprobar si al hacerlo mientras veía porno me dolía menos. Pensé que al oír sus gemidos no sentiría tanto dolor.

No coló, por supuesto.

Pero aquello me sirvió para aprender una valiosa lección: no hay que dejar de ver porno, faltaría más, pero sí acostumbrarse a hacerlo de manera cuidadosa y borrando todo rastro. En realidad, es bastante sencillo. Con una serie de sencillas precauciones, puedes seguir a lo tuyo sin que sea capaz de pillarte ni el mismísimo FBI:

La primera cae por su propio peso: borra el historial. Y hazlo ya. No lo dejes para más adelante. Vale que a veces te salva al culo, al permitirte volver a aquella web cuya URL has olvidado y en la que te explicaban los diez motivos por los que debes beber agua mientras haces el pino. Pero no te equivoques, que el riesgo no compensa: ¿y si tu novia descubre que existe en la red una página cerda a tope y que tu has entrado en ella ‘sin querer’ más de 500 veces? ¡Bórralo ya!

¿Que cómo se hace? Pues con la barra de herramientas, alma de cántaro. En ella encontrarás la maravillosa opción ‘Borrar todo el historial’. Dale fuerte, con toda la energía de tu ira y tus deseos de venganza. ¿Hecho?

Pero no te equivoques, que con eso no basta. Ojito también con las páginas emergentes, los dichosos pop up que incluyen casi todas las páginas de porno cutre que frecuentas. Si alguien entra en tu ordenador y, entre las ventanas que te has dejado abiertas por puro descuido, le aparece una de aquellas que invitan a chatear con una mujer que exhibe sus mejores atributos, no te quepa duda: sabrá perfectamente por qué te pasas tantas horas con el ordenador.

Y no olvides el móvil de nueva generación. Sí, nuestro mejor amigo. Perfecto para hacerse una pajilla rápida en el cuarto de baño, ¿verdad que sí? Pero ni se te ocurra usarlo para eso hasta que conozcas a la perfección tu modelo y sepas cómo borrar el historial. No sea que te lo pida tu prima para buscar páginas sobre “el look de Olivia Wilde” y vea que tus búsquedas en Google incluyen palabras tan poco ‘fashion’ como “cintas porno casera” o “porno salvaje con unicornios”. Así que borra el historial de tu móvil. Siempre. Es tan sencillo como ir a ajustes y borrar los datos de navegación.

Por último, actúa como un verdadero profesional y utiliza el comodín de la carpeta oculta. Es ahí, no en ningún otro lugar, donde debes guardar tu porno. En cuanto entras en el mágico mundo de las carpetas ocultas, puedes convertirte en el mayor coleccionista privado de porno del planeta Tierra, desbancando a Hugh Hefner, y nadie tiene por qué enterarse.

Ya está, ya tienes todo lo necesario para llevar tu doble vida (persona ‘normal’ a ratos, consumidor de porno cuando se puede) sin sobresaltos. ¿Te animas a ponerlo en práctica ahora mismo?

Mad Men Lab: El mal de los bellos casados

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Matthew

No me podría gustar más Mathew McConaughey. El hombre de moda por llevarse un Oscar al mejor actor sigue siendo bello y bien plantado a pesar de que sufre de un mal que padecen muchos hombres casados: el de volverse correctos.

Y es que Mathew ha sido siempre un canalla de marca mayor. Un guaperas cachas de sonrisa impecable, blanca y deslumbrante.

Mathew ha sido el gamberro alto y fornido, no el menguado y enclenque tipo James Dean, que ha tenido que mantener sus músculos a raya para someterse a los rigores de las cámaras, capaces de engordar hasta al más esbelto.

McConaughey se ha paseado por medio mundo enseñando películas dignas de multa y ha tenido amores de todos los colores. Fue famoso por correrse unas buenas juergas y no llevar bien del todo su carrera y cuando parecía que empezaba a estar mayor para tantas tonterías, el chicarrón tejano se casa, tiene tres hijos, se reforma y empieza a hacer unas pelis para morirse de gusto. Killer Joe es seguramente la mejor de todas, pero ni siquiera la estrenaron en los cines, por lo bestia que era.

 

La clave oculta

Yo no tengo duda de que parte de ese cambio lo ha operado su señora, Camila Alves, que le ha hecho un bien a sus hijos, a la historia del cine y a su propio marido, claro. Pero eso sí, nos ha hecho perder a un canalla de los que encantan.

Recuerdo cuando Matthew se paseaba con Sandra Bullock por las alfombras rojas diciéndole maldades al oído, cogiéndola por la cintura con la fuerza de un ciclón sureño o arrimando nariz y labio a toda hembra viviente que se le acercara. Eso ya no se ve en los gestos de Mathew. Ni sobre su señora ni sobre ninguna otra. De hecho, es llamativa la forma tan pacata de rodear por la cintura a Cate Blanchett para hacerse la foto de familia en la ceremonia de los Oscar. Ese no es mi Mathew McConaughey, a ese me lo han cambiado.

Además, no sé si es por influencia de los papeles que ha hecho últimamente, pero a Mathew se le ve un puntito ido. No digo que yo que no pueda interpretar papeles extremos, creer en dios y proclamarlo a los cuatro vientos. Digo que me parece un poco salido de madre esas cosas que ha dicho de dios al recoger su premio. ¿Es que dios le habla?

Ay, madre, que hemos perdido a Mathew para siempre. Lo bueno que tiene este chico es que sonríe y el mundo se ilumina, y que cuando se acuerda de que es un tipo divertido, te partes de risa y el mundo te parece mucho más hermoso. ¡Dichoso mal de los bellos casados! Al volverse correctos alivian a sus esposas, claro, pero desencantan al resto de las hembras que los miramos pasar.

Coalición Canalla: Fuckin’ Mondays, ¡por fin es lunes!

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Fuckin' Monday

Un lunes cualquiera en Madrid. Exterior. Noche. Calles desiertas, bolsas de plástico arrastradas por el viento, camiones de la basura…

Y, sin embargo, en el  número 1 de la calle doctor Cortezo, muy cerquita de la Puerta del Sol, hay una larga cola de chicos y chicas, vestidos como de sábado noche, listos para entrar a una discoteca.

Se trata de Fuckin’ Monday, una fiesta semanal que, en menos que canta un gallo, se ha convertido en un referente de la noche madrileña. El club lleva alrededor de año y medio de rodaje, pero es ahora cuando está cosechando sus mayores llenazos. Así que para allá que vamos a echar un ojo a lo que se cuece en esos lunes locos, locos, locos.

 

Empezando bien la semana

Pero, ¿quién diablos querría salir un lunes, cuando la resaca del finde todavía colea? Pues, como decía el matador Raúl Guerra Guerrita, “hay gente pa tó”. Sobre todo en una gran capital como Madrid, donde existen suficientes crápulas como para llenar varios campos de fútbol. O al menos, una sala de unos 200 metros cuadrados.

La fiesta, organizada por la empresa Nightlife Madrid, es frecuentada, sobre todo, por estudiantes extranjeros (mayormente Erasmus) a los que se les queda corto el weekend y deciden empalmarlo con el lunes. Pero también hay fiesteros nacionales, almas perdidas, o afterworkers que empiezan tomando unas cañas y acaban aterrizando en esta pista.

Aunque existe el precedente de los Nasty Mondays barceloneses, los Fuckin’ Mondays no son un invento español, sino que han sido importados de Alemania, donde llevan muchos años arrasando. La idea fue adaptada a las circunstancias madrileñas e instalada en Independance Club, la sala más exitosa de la noche “alternativa” de la Villa y Corte.

 

Ofertas anticrisis

Para captar público, Fuckin’ Mondays despliega cada semana un arsenal de ofertas. Por ejemplo, entrada gratuita hasta las 00:30 (pidiendo lista aquí), dos copas por 8 € o regalo de chupitos, Beer Pongs (vasos de cerveza para encestar pelotitas) o botellas de champagne para grupos de 6 amigos.

En cuanto al menú musical, es bastante menos rockero e “independiente” que los fines de semana. Básicamente, house comercial, R&B, hip hop, electro, trash 90s, party, dubstep y, en general, sonidos destinados a revolucionar hormonas y reventar la pista. De ello se encarga DJ Omar, el diestro e incombustible pinchadiscos residente de la sala.

Fuckin’ Mondays es, pues, capaz de convertir hasta el lunes más triste y azul en un fiestón multicolor, como de Nochevieja, donde es posible beber, bailar y ligar hasta el amanecer. Y lo que pase el martes… bueno, en fin, es mejor no pensarlo. Carpe diem y que nos quiten lo bailao.

Fuckin' Monday Fuckin' Monday Fuckin' Monday Fuckin' Monday Fuckin' Monday Fuckin' Monday Fuckin' Monday Fuckin' Monday Fuckin' Monday

Historias del porno: Las salas X

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SalaX

El 5 de marzo de 1984, ahora hace 30 años, empezaron a funcionar las primeras salas X en España. 22 locales, repartidos por todo el territorio nacional, abrieron sus puertas para ofrecer a los aficionados cine porno dentro de la legalidad. Bien es cierto que, desde unos meses antes, ya se podían encontrar películas X en las estanterías de los videoclubes, pero se puede convenir que la apertura de las salas X supuso la emblemática fecha de nacimiento del porno español dentro del marco legal.

El largo y tortuoso camino

El camino hasta llegar a aquel lunes de 1984 había sido largo y, en ocasiones, penoso. Desde los furtivos pechos de Amparo Muñoz en ‘Tocata y fuga de Lolita‘ (1973), el primer desnudo integral del cine nacional, cuyo honor correspondió a María José Cantudo en ‘La trastienda‘ (1977), la comedia erótica de destape de los setenta o el entrañable y nunca bien ponderado cine clasificado ‘S’ de los ochenta, el termómetro cinematográfico español había subido en muchos grados hasta alcanzar una temperatura suficientemente caliente para favorecer la legalización del porno.

Pese a las restricciones que la propia ley de creación de las salas X impuso a los distribuidores y exhibidores de las películas (entre ellas, la prohibición de publicitar los filmes o los abusivos porcentajes de taquilla que se reservaba la administración), los locales especializados en cine para adultos obtuvieron una importante acogida entre el público. Los españoles, tras más de 40 años de dictadura y en pleno proceso de transformación a la nueva realidad democrática, acudieron en tropel a las salas X, deseosos de ver lo que los políticos les habían negado durante años. Las salas se llenaron de intelectuales, con revistas como Triunfo, Cartelera Turia o Cambio 16 bajo el brazo, que iban a ver películas consideradas clásicos del porno, como ‘El diablo en la señorita Jones‘, ‘Garganta profunda‘ o ‘Tras la puerta verde‘, y de aficionados que querían ver y aprender del sexo que practicaban otros.

La caída de las salas

Junto a esa fiebre por ver, también estalló la fiebre por crear. El cine español estrenó entonces un nuevo género que recogía toda la tradición erótica del pasado y la aderezaba con sexo explícito. Entre 1984 y 1988, un grupo de voluntariosos directores, actores, actrices y productores tejieron una pequeña industria de cine X que realizó más de medio centenar de filmes. Jesús Franco abanderó aquella corriente con una decena de filmes, rodados con pocos medios y mucho entusiasmo.

30 años después de que España comenzara a ver porno con normalidad, sólo permanecen abiertas cuatro salas X en el territorio nacional de las 85 que llegó a haber en 1987, en la época dorada de este tipo de locales. El vídeo doméstico, primero, el dvd, después, e internet, ahora, han ido alejando progresivamente al aficionado de la sala oscura en beneficio del salón de casa, mucho más privado e íntimo. Las pocas salas X que resisten lo hacen con una función muy diferente a aquella para la que fueron creadas: como lugar de contacto para el público gay. Pero permanecen como vestigio indeleble de una época en la que el porno era cine y se podía disfrutar, en libertad, como cualquier otra película que no contuviera sexo explícito. Como recuerdo de un pasado en el que se pusieron las bases para lo que es el porno en la actualidad.


Coalición Canalla: Red Sea Star, el bar submarino

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Red Sea Star

A caballo entre el Mar Rojo y el desierto del Neguev, a una hora en avión desde Tel-Aviv, se encuentra la preciosa ciudad de Eilat. Estamos hablando de un paraíso terrenal situado en el vértice más meridional de Israel, rodeado de un deslumbrante paisaje en el que el azul oscuro del mar contrata con las rojizas montañas de Edom.

Ahora que ha llegado por fin el buen tiempo, Eilat es un codiciado destino turístico, que se llena de visitantes de todo el mundo, que vienen a admirar la belleza del entorno, pero también a hacer compras (es zona libre de impuestos) y disfrutar de su bulliciosa vida nocturna, donde hay locales tan curiosos como el bar submarino Red Sea Star. Vamos a conocerlo.

 

Buceando sin mojarse

¿Cómo? ¿Que no te has traído bañador? No importa. Para acceder al Red Sea Star ni siquiera hace falta saber nadar, basta con saber andar y atravesar el puente de 70 metros que une la costa con la plataforma principal del Star. Una vez en ella, descenderemos al local propiamente dicho, que se encuentra a cinco metros bajo el nivel del mar.

Creado por la prestigiosa diseñadora Ayala Shperling Tzafaty, el Red Sea Star tiene forma de estrella y está ambientado en perfecta armonía con el fondo marino. En su decoración destacan más de 60 gigantescos ventanales de caprichosas formas en paredes y techos, sillas en forma de pulpos o esas lámparas que se asemejan a medusas luminescentes.

Otro detalle que contribuye a crear un ambiente único es el suelo de arena real, cubierto por una capa transparente de resina epoxy, que nos da la sensación de estar paseando por la orilla (o, mejor dicho, por el fondo) del mar. Por si fuera poco, el local fue construido respetando meticulosamente el entorno submarino y las formas de vida que en él habitan.

 

Música, copas y frutos marinos

Pero que el Red Sea Star sea un proyecto ecológico no significa que en su restaurante (con capacidad para 105 personas) no se cocinen criaturas de la tierra y la mar salada. En su carta hay un gran surtido de carnes, pescados y mariscos, servidos en mesas con vistas al fondo del mar, que dan una nueva dimensión a la experiencia gastronómica.

Pegado al restaurante, está el bar, también rodeado de ventanales, para degustar todo tipo de cervezas y combinados mientras se contemplan los pececillos. Y arriba, en el tejado del local, a 10 metros sobre el nivel del mar, está la discoteca, con capacidad para 300 personas y música de baile de los 60, 70 y 80 pinchada por el DJ Gil Almaliach.

Abierta a reservas para fiestas privadas, la discoteca del Red Sea Star tiene unas vistas únicas, que poco tienen que envidiar a las del bar submarino: el inmenso mar, el cielo plomizo, las montañas Ecom y las resplandecientes luces de las ciudades de Eilat y de Aqaba. Por cierto, abren 365 días al año, de 10 de la mañana a 3 de la madrugada.

 

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Mad Men Lab: La cena como estrategia

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Los chicos ya no invitan a cenar. Lo deduzco de las muchas historias que me cuentan las solteras y casadas poliamorosas que conozco. Los hombres no invitan a cenar. Empiezo a pensar que me junto con un mismo tipo de señora, porque no puede ser que esto se haya convertido en una tendencia generalizada pero, teniendo en cuenta que todo el mundo está obsesionado por la figura y las dietas, igual es posible.

La prueba del fogón

Sea cual sea el motivo, yo creo que hacen mal unos y otras (chicas, también podéis lanzaros vosotras, ¿no os parece?) porque lo de ir a comer juntos es una prueba de fuego. No solo porque lo de compartir mesa pone de manifiesto la educación, las manías, los gustos e incluso el apetito sexual de la persona que tienes delante, sino porque la falta o presencia de hambre puede explicarnos muchas cosas.

No creo que nadie que esté muy interesado en tu body, tu espíritu o en el conjunto entero de tu persona tenga mucha hambre en una primera cita con comida de por medio. Es una situación incómoda para quienes no se conocen o se conocen poco, a pesar de que las empresas lo han entendido al revés y hacen negocios comiendo porque están convencidos de que eso relaja el ambiente. Comiendo es como somos más animales y donde tenemos que imponernos las normas de conducta más estrictas para no molestar a los demás. Y eso, si el que tienes delante te gusta a reventar, es difícil de controlar. Por no hablar de lo que quita el hambre un enamoramiento o, en su defecto, un sencillo encoñamiento.

La cena es el espejo del alma 

Pero no hay que tirar la toalla si nuestro compañero de mesa come como un descosido. Hay gente que es tranquila por naturaleza y otra que, sencillamente, tiene tan claro el objeto de la cita que come sin ganas con el afán de coger fuerzas para ir a la cama. Y todos esos detalles y muchos más se perciben en una mesa. Porque no es igual la información que te dan los demás con un cubata en la mano. Ver a la gente coger el cuchillo y el tenedor es a veces suficiente para determinar si el que tienes delante es de los que se quita los calcetines para ir al catre.

Por tanto, a pesar de que pueda resultar un mal trago, cenar o comer con ese o esa que te quita el sueño es una buena medida para saber cuánta atracción existe. Ya, ya. No todos somos iguales y a algunos nerviosos les da por comer. Y, puestos a elucubrar, quizás los pobres chicos no es que no quieran invitar: es que no pueden. Lo que yo digo: esta maldita crisis nos va a quitar incluso de chingar.

Coalición Canalla: Cinco locales de vinos

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Vila Viniteca

“Con el pin piri rin pin pin, con el pan para ran pan pan, al que no le gusta el vino es un animal”. La celebérrima cancioncilla castellana quizás exagera un poco pero, como todo lo popular, encierra algo de verdad: quien no bebe vino se pierde una de las experiencias más exquisitas que puede disfrutar ese animal racional que llamamos “ser humano”.

Pero ojo, que no todos los vinos son iguales: salvo que tengas un paladar de oro, es fácil que te den gato por liebre. Por eso, vamos a recomendarte un repóquer de locales donde no hay sitio para el engaño, sólo para los caldos más deliciosos. Agarra la bota, hermano, y acompáñanos en nuestro trepidante periplo vinícola por cinco comunidades autónomas.

En Copa de Balón (Begonia, 135. Soto de la Moraleja. Alcobendas. Madrid) 

En un local acogedor y multifuncional, este lounge dispone de una cuidadísima selección de vinos y champagnes a precios razonables. Aquí puedes probar el vino y llevártelo a casa, asistir a catas o cenar opíparamente en su restaurante, cuya gastrocarta incluye alhajas gastronómicas como el tartar de atún, la hamburguesa de kobe… o lo que buenamente te recomiende su servicial experto para combinar con tu vino favorito.

Vila Viniteca (Agullers, 7. Barcelona)

Con una carta que incluye caldos de más de 100 bodegas españolas y 40 del resto del mundo, este local es un auténtico paraíso para los amantes del vino. Disponen de una gran tienda para comprar productos y también de un espacio gastronómico donde se celebran catas y se pueden degustar los vinos, maridados con embutidos y quesos de primera categoría, según las sabias instrucciones de Eva Vila. Un orgasmo gustativo.

Entre Cepas (Plaza de España, Astorga, León)

En el corazón de Astorga, tierra de vinos y poetas, se encuentra este local donde se come bien y se bebe mejor. Atesoran una extraordinaria colección de caldos de la tierra, que mantienen a temperatura y humedad controlada en sus cavas. Además, poseen un dispensador de nitrógeno para proteger los vinos más caros de la oxidación. Todo ello para degustar en catas o en combinación con sus ricas tapas o sus exuberantes menús.

O Gaiteiro (La Iglesia, 24, Laraxe, Cabanas, A Coruña)

Esta vinoteca con restaurante es uno de los secretos mejor guardados de Galicia. Tienen una amplísima selección de vinos de todo tipo, susceptibles de ser combinados con sus sabrosos platos de cocina moderna, elaborados con fresquísimos productos de la tierra y del mar. Su luz tenue, su ambiente íntimo y silencioso, sus pocas mesas y la calidad de sus vinos, hacen de este lugar un espacio ideal para cenas íntimas, alevosas y furtivas.

Casa Chuchi (Vitoria, 6. Logroño)

Ubicado en La Rioja, una de las mecas vinícolas universales, este restaurante no sólo posee una suculenta cocina tradicional, sino también una prodigiosa carta de vinos. Mención especial merecen sus maridajes, en colaboración directa con las mejores bodegas de la zona, como Sonsierra, Valdemar, Ijalba o Finca la Emperatriz. Es la mejor manera de pillarse un colocón de buen vino: acompañándolo con viandas artesanales.

Vila Viniteca Casa Chuchi O Gaiteiro Entre cepas En Copa de Balón

Roser, en la cama con Torito

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Roser

Irrumpió hace 12 años, como una de las voces más sólidas y personales de ‘Popstars’, y ahí sigue, consolidada como la artista de carrera más longeva de las que surgieron del concurso-reality cantarín de Telecinco.

Roser Murillo tiene ahora 35 años, cuatro discos en el mercado y más de 200 conciertos por la geografía nacional. Este mes, la cantante de Canet de Mar, pueblo costero de la provincia de Barcelona, se mete en la cama con Torito para hablar de sexo, pero también de su personalidad, su vida, su imagen y su carrera.

Así, la cantante afirma que hacer el amor antes de una actuación la hace salir al escenario “mucho más relajada y con una piel maravillosa”. No es esta la única revelación que reserva Roser para los lectores de ‘Primera Línea’, también nos desvela que hace unos años tuvo una relación con “un presentador” televisivo extremadamente popular, algo que jamás trascendió a los medios, o que en la cama se considera seductora nata: “Me gusta seducir y jugar. Se me da muy bien poner a tono. Me gusta gozar de la persona que tengo al lado, mimarla, cuidarla…”

El ritmo en la sangre

Roser también revela en la entrevista con Torito que no soporta a los hombres que se acuestan “desnudos con los calcetines puestos”, que le resultan muy excitantes la sonrisa, el culo “espectacular” y el cuerpo “muy armonioso” de su marido, bailarín cubano, y que su ideal masculino es el hombre “con mucha personalidad”, seguro de sí mismo y capaz de hacerla reír.

No solo de sexo está trufada la entrevista de Torito a Roser que aparece en el número de abril de la revista ‘Primera Línea’. La cantante hace un repaso de su carrera y traza una radiografía de la industria discográfica con algunos secretos, como cuando desvela que un alto cargo de la industria de la música: “Fue un cheque en blanco y lo rompí, me pareció insultante (…) O me tomó por idiota o creyó que iba a pasar por el aro”.

Del mismo modo, Roser hace una valoración sobre la selección para acudir al festival de Eurovisión de este año, una selección en la que estuvo a punto de participar. A este respecto, la cantante califica a Chikilicuatre como el “peor representante” que España ha mandado al certamen. Sobre Ruth Lorenzo, representante española en la próxima edición del evento, opina que “tiene mucha fuerza y personalidad, pero quizá me falta ver eso reflejado de igual manera en su propuesta musical”.

La entrevista de Torito a Roser va acompañada, como es habitual, por una sesión de fotos realizada por Joan Crisol. En este caso, Roser posa en ropa interior, con un ceñido corpiño de fantasía e incluso con el pecho descubierto y rodeada de hombres y mujeres desnudos, en una elaborada y sensual coreografía de cuerpos muy apetecibles inspirada en escenas de la mitología grecorromana, como corresponde a la diosa del Olimpo musical en que se ha convertido.

Puedes encontrar la entrevista completa y la sesión de fotos en el número de abril de ‘Primera Línea’. Muy pronto también estará disponible el making of.

Échate un Casquet: En la cabina con Max Cortés

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Max Cortés, en harina

Ir de fiesta con el actor porno y dj Max Cortés es una locura. Siempre que tengo oportunidad, me apunto a todos los eventos nocturnos que Max organiza, y la verdad es que ninguno me decepciona.

Pero estaba claro que lo del sábado 15 de marzo iba ser muy especial: se celebraban sus 43 años. Sí, yo también lo pensé: ojalá a esa edad tenga la marcha y el espíritu que tiene Max. Pero no tengo mucha esperanza de llegar tan bien como él.

La fiesta, en la que colaboraban tanto ‘Primera Línea’ como la web de juguetería erótica Comprar Placer, iba a celebrarse en Catwalk, una discoteca en el Puerto de Barcelona donde las colas para entrar son eternas. Los sábados por la noche se celebra la conocida fiesta “Coolture”, organizada por Frank Toledano y Natan Martínez. El local es enorme y dispone de dos salas, una con la música house del momento y otra con R&B para practicar nuestro twerking a lo Miley Cyrus (voy perfeccionándolo).

Nunca es tarde

El día de autos me presenté en la discoteca un poco más tarde de lo habitual, sobre las dos de la madrugada. Así que el festival ya estaba en todo su esplendor y, después de sumergirme en un océano de guiris con ganas de marcha saludar a los amigos que me fui encontrando, me colé por primera vez en la cabina del dj.

Saludé a Max, que estaba completamente absorto en la música y en la fiesta, controlándolo  desde su portátil con mano maestra. Y miré al frente: la gente saltaba, levantaba las manos, chillaba, saludaba a Max y disfrutaban como nunca, como si formasen parte del mayor éxtasis de la historia.

No quise perturbar ese momento de conexión entre el dj y su audiencia, así que me situé detrás de él, presenciándolo todo desde un discreto segundo plano. Así conocí a Raúl Arellano, popular dj que esa noche se encargaba de las luces y las máquinas de humo distribuidas por el local. Gracias a él, me di el gustazo de rociar de humo tanto a Max como a la concurrencia a mi libre albedrío, con solo apretar un botón.

Max llevaba cascos, pero no parecía necesitarlos: se guiaba por las ondas sonoras que veía parpadear en la pantalla de su ordenador. Y lo clavaba. Quien crea que el de dj es un trabajo relajado, sin la menor exigencia física, se equivoca. Max llevaba ya un rato pinchando como un descosido, y parecía exhausto. El sudor empapaba su ‘melena’. Y yo, por pura solidaridad, me dediqué a secárselo con un pañuelo, en una escena que a más de uno debió parecerle surrealista.

BDSM-en-Cat-Walk

El reposo de la guerrera

A mis 22 años, se me hacía poco menos que imposible aguantar el ritmo que llevaba Max. Así que fui a la zona de los sofás a charlar un rato mientras me tomaba un gintonic y una brocheta de golosinas. Mientras bailaba y animaba al dj, me encontré a un curioso personaje en mitad de la discoteca: un tío vestido con un traje rosa con capa en el que se leía la palabra ‘CondonMan’. Una especie de súper héroe porno que no paraba de menear su apretado paquete por la discoteca. Me acerqué a él y le pregunté por su vestimenta. Entre balbuceos pude entender que estaba celebrando su reciente matrimonio. Con su amigos. En mitad del local. Vestido de hombre-condón rosa. Por supuesto, me declaré fan instantánea de semejante héroe.

En mitad de la fiesta llegaron un grupo de chicas muy, muy altas y bien vestidas. Todas eran guapísimas. Entre ellas me encontré a Juan Marín, locutor de radio; Raúl Lora, cámara y director de cine porno, y Pablo Ferrari, productor y director. Me explicaron que estaban allí celebrando el cumpleaños de Roberta Rodrigues, una famosa transexual. Aquello era un auténtico desfase, todo lleno de focos y fotógrafos, botellas de cava y glamour.

Subí unos minutos más a la cabina del dj donde Max empezó a tirar películas porno de IFG a un público muy entregado. La gente se volvía loca con el obsequio, en una prueba de lo muy vigente que sigue el dicho “tiran más dos tetas que dos carretas”.

Al final de la noche me hice íntima amiga de una rubiaza con ojos azules y pechos siempre erectos que se marcaban a través de su camiseta estampada de Comprarplacer.com. Le metí los dedos por delante y por detrás, en la boca, le toque las tetas mil veces, le quité la camiseta y estuve bailando con ella un buen rato. Aunque tuve que compartirla con un agradable chico que estaba enamorado de ella. Y con muchas manos que la manoseaban sin parar. Ser muñeca hinchable es muy, muy duro.

El-ritmo-de-la-noche

Casquet,-intrépida-reportera,-con-su-fotógrafo.-Albert-López

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